Hola.
He decidido escribirte. No sé por qué, tal vez porque hoy estoy «celebrando» 10 años de salir de mi propio clóset privado. Cualquiera que sea la razón, escribí esto. Espero que lo puedas leer hasta el final.
A pesar de que fue hace 10 años, recuerdo con mucha claridad cómo era la vida en el clóset. Vas caminando por la calle. Chicos guapos pasan a tu lado, pero no puedes mirarlos – por temor a revelar tu verdad. Y sales con chicas, y no es tan malo. Algunas de ellas sospechan algo de ti, pero tu haces todo lo posible por ocultarlo. Puedes incluso exagerar tu masculinidad con el fin de convencerla. No es difícil engañar a una chica que está enamorada de ti.
Y te empiezas a confundir con tus propias mentiras. Crees que porque te las arreglaste para acostarte con ella, que tal vez, quizás, seguramente, tu no eres en realidad gay.
Y si te casas con ella y tienes un hijo con ella, ¡ya la hiciste! En realidad no eres gay.
Pero por la noche tus sueños te traicionan. Esos sueños en donde estás besando a alguien—un hombre, un chico de tu clase, un amigo, un colega, tu jefe—y se siente tan bien, tan lleno de pasión y fuego, y te despiertas asustado y agitado. Esto te traiciona. Y cuando ves a Brad Pitt en la pantalla y se quita la camisa y te mira directamente a los ojos, la boca se te seca y eres traicionado una vez más. A veces un amigo con poco tacto se atreve a preguntarte si eres gay. Actúas como si nada y lo niegas, tratando de convencerlo de lo contrario con delicadeza y con rapidez, y a la vez convenciéndote de que lo has convencido.
Y puede que incluso tengas un perfil secreto en una página gay en internet para citas, sin una fotografía de tu rostro. Sólo coqueteas porque no tienes el valor de encontrarte con alguno de ellos. Y si te encuentras con alguien, sucede en la oscuridad. Y si acaba siendo un lugar no tan oscuro, rezas para que el chico con el que acabas de tener sexo no conozca a ninguno de tus amigos y dé a conocer tu secreto.
Y te convences a ti mismo de que sólo porque te acostaste con ese chico, no significa que seas gay. Y te convences de que sólo porque estás enamorado de tu mejor amigo, realmente no quiere decir que seas gay. Y si a veces ves porno gay, eso no significa que eres de gay de verdad. Y crees que si miras porno heterosexual, entonces no hay manera de que seas gay. Y te acuestas con tu novia de nuevo para probarte a ti mismo una vez más que no eres gay. Incluso la engañas a ella con otra chica sólo para mostrarle a ella y a todo el mundo que tan hombre eres.
Y funciona.
Pero detrás de tu espalda, tus amigos más cercanos—los que sospechan que eres gay, pero no se atreven a decirte algo—te miran con tristeza.
También me siento triste por ti, porque he estado allí. Estoy tan triste por ti porque te estás perdiendo de los años más importantes de tu vida, porque estás tan envuelto en esta guerra interna entre tú y sólo tú.
No con tus amigos.
No con tus padres.
No con tus colegas.
Sólo contigo mismo.
Sí, cuando estaba en el closet estaba aterrorizado de que mis padres se enteraran.
Miedo de que me fueran a correr de la casa, de que mis amigos me abandonaran, de que me despidieran de mi trabajo. Es un miedo paralizante. Ni siquiera sabes cómo hacer para que esas dos pequeñas palabras salgan de tus labios: «Soy gay.» Ya ni parece posible después de tantos años de mentiras.
Y te preocupa que decepcionarás a todos, que te mirarán como un cachorro herido—con lástima, que no te entendían. El salir del clóset es un proceso en dos niveles:
1. Salir contigo mismo
2. Salir hacia el resto del mundo.
El momento en que te paras frente al espejo y le dices a tu reflejo: «Yo soy gay.»
A partir de ese preciso momento, todo empieza a ser más fácil y más simple. Porque a partir de ahora empiezas a ser más fuerte y dejas de ser la víctima. El momento en que te aceptas a ti mismo es el momento en que te das cuenta que caerle bien a la gente es menos importante y que ellos te acepten es más importante.
No puedes salir del closet con los demás hasta que te hayas parado frente a ese espejo, te hayas visto a tí mismo profundo a los ojos y hayas dicho la verdad en fuerte.
Para mí, ese momento llegó después de darme cuenta de que estaba enamorado de un hombre. Durante seis meses él me perseguía porque él sentía que había algo que comenzaba entre nosotros, pero yo no era capaz de admitirlo o permitirlo. Lo hice de menos. Traté de convencerme a mí mismo: Somos solo buenos amigos. Pero yo no pude evitarlo—me enamoré.
Un día, escuché que mi hombre iba a una cita con otro hombre, y recuerdo ese momento como si fuera ayer. De pronto me di cuenta de que estaba a punto de perder el mayor amor de mi vida, que había un precio por estar en el closet y que ese precio era demasiado grande.
Así que eso fue todo.
Las lágrimas rodaban por mis mejillas, pero me negué a darme por vencido mientras me veía en el espejo. Me miré fijamente a mis ojos y lo dije: «Soy gay.»
Y con mi corazón que se salía de mi pecho de la emoción, lo llamé y le pedí que viniera conmigo. Y vino y nos sentamos juntos en el sofá y nos besamos. Por vez primera. Hace exactamente 10 años, besé a un hombre. Y fue extraño. Y sentí su barba. Y mi corazón latía con fuerza y eso fue todo—no había vuelta atrás.
El primer año no fue fácil. Estuvo lleno de confusión, de arrepentimiento, y odio hacia mi mismo. Yo no entendía nada sobre el sexo e incluso me desagradó un poco, y de nuevo pensé que era heterosexual y que sólo estaba confundido. Pero yo estaba feliz porque estaba en el camino correcto hacia la armonía y la autorrealización. No me quedé atrapado en el mismo lugar en el que había estado un momento antes.
Seis meses después de ese primer beso, soñé que estaba parado bajo el palio nupcial con mi novia. Todos mis amigos estaban allí y el rabino estaba haciendo las bendiciones. Entonces me di la vuelta y salí corriendo. Me hallaba en mi antigua habitación en la casa de mis padres, acostado en mi cama, llorando sobre el hombro de mi madre. Me trata de calmar y acariciando mi cabeza, me susurra: «De verdad pensaste que podías hacerlo, ¿no?»
Al día siguiente manejé hacia donde mi mamá y le dije, y yo estaba absolutamente aterrorizado.
Y luego le dije a mi padre.
Y después a todos los demás.
No fue fácil, y no fue fácil para ellos entender. Pero para mí fue un milagro. La idea de que podía pasar por mi vida sin ser fiel a mí mismo, sin ser yo. La idea de que yo podría haber vivido una mentira hasta el día de mi muerte, sólo para encajar en un papel que la sociedad esperaba de mí, sólo para no ser diferente… Ese pensamiento me da escalofríos hasta el hueso.
Y respeto a las personas que deciden quedarse en el closet. Sí – te respeto, mi amigo. Si pensabas que vivir fuera del armario era difícil, entonces vivir en el armario es 10 veces más difícil. Porque a lo mejor puede que parezca que estás bien hacia el resto del mundo, pero por dentro te estás muriendo de tristeza. Lo recuerdo muy bien. Y hoy en día mis padres me aceptan completamente (incluyendo a mi papá, a quien le solía dar asco solo or mencionar la palabra “gay”), porque hemos pasado por un largo proceso juntos. Un proceso en el que tuve que enseñarles acerca del «Nuevo Assi», el Assi real. Y aprendieron con paciencia y con amor incondicional.
Y, ¿hola? ¿No quieres ser capaz de caminar con tu pareja por la calle de la mano? ¿No te molesta tener que besarlo y abrazarlo sólo en privado?
No fue fácil para mí escribir estas palabras, y estoy seguro de que no ha sido fácil para ti el poder leerlas, pero espero que te das cuenta de que quiero ayudar. No obligarte a salir, no obligarte a nada. Sólo para darte algo en qué pensar, sólo para enseñarte que no estás solo. Y sí, yo sinceramente creo que todo sucede en momento adecuado y que todo el mundo va a salir de su closet en su propio momento, cuando consideren que sea el momento adecuado, o cuando sientan que no tienen otra opción. Espero que te haya ayudado, aunque sólo sea un poco.
Que tengas una buena semana,
Assi
ASSI AZAR es guionista y co-presentador de Big Brother Israel. Es también uno de los primeros hombres abiertamente gays en los medios de comunicación en Medio Oriente y defensor de los derechos LGBT. Síguelo en facebook.com/assi.azar
Fuente: The Advocate, traducido por Guimel.
Tweet del autor original de la carta:
BONUS: Video de Assi Azar platicando una anécdota de cuando era niño y fue bulleado porque le gustaba actuar (video en inglés).