Carta a una amiga de la infancia

 

Es momento de voltearte a ver a ti, amiga, la que sació mi ansiedad de ser querida con un juego, una supuesta historia de telenovela, el pretexto perfecto para dedicar a ti 6 años de mi primaria. No tenía otra cosa más que tu bello rostro y tu amistad, eras mi única compañía, mi primer y único amor, por ti entendí que el mundo no era tan malvado como en casa, que todavía habían cosas bellas, como tú, como tus labios y tus manos.

Me tomó tiempo aceptarte y amar tu presencia en mi infancia, amar el hecho de que me hayas rescatado del mundo real y me introdujeras a las pasiones de una niña en crecimiento, que me hayas enseñado a amar y sentirme deseada por la única amiga que tenía, la única persona que me entendía, me comprendía y en la que yo confiaba. El tiempo nos distanció pero nunca me separé de ti, estuviste ahí cuando me confundí y tuve miedo de ser diferente, tuve miedo de desear a hombres y mujeres por igual, y debí ser discreta con las niñas que se desnudaban frente a mi. A veces me estorbabas y te reprimí, después entendí que fuiste un ángel que me enseñó muchas cosas. Hoy te disfruto y le agradezco a la vida por haberte puesto junto a mi, es una bendición amar y desear a todos los seres humanos sin importar su género, porque cada persona es hermosa tal como fue creada.

Gracias por haberme dado tanto amor en un momento infernal, gracias porque sin ti todo mi universo no sería tal como lo disfruto ahora, gracias por haberme enseñado a disfrutar la sedosidad, las curvas, la fuerza, el perfume de la piel de todos los seres que habitan el mundo.

-Anita S.

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